¿Te ha pasado alguna vez?
Empiezas una dieta con toda la ilusión del mundo. Quieres perder unos kilos, “resetear” tu alimentación, ponerte seria con tus hábitos…
Y al cabo de unas semanas: hambre, ansiedad, aburrimiento, culpabilidad… y otra vez al punto de partida.
Más frustración que resultados.
La culpa no es tuya.
La culpa es del planteamiento.
Las dietas no funcionan a largo plazo.
Y hay ciencia detrás de esto.
Los estudios nos dicen que hasta el 95% de las personas que hacen dieta recuperan el peso perdido en 1 a 5 años.
¿El motivo?
👉 Porque la mayoría de dietas son parches.
Tienen fecha de inicio (y aunque no lo digamos, también de fin).
Se basan en restricciones, listas de “alimentos prohibidos” y promesas rápidas.
Funcionan… hasta que dejan de hacerlo.
Porque la vida no es perfecta. Y tú tampoco tienes por qué serlo.
Lo que SÍ funciona a largo plazo:
- Aprender a escuchar tu cuerpo (hambre, saciedad, antojos, emociones…).
- Mejorar la calidad de lo que ya comes, sin necesidad de castigar tus comidas.
- Organizarte sin agobios, sin vivir contando macros.
- Ser flexible: adaptar tu alimentación a tu vida, no al revés.
- Hacer cambios sostenibles, realistas. No “limpios”. No “perfectos”. Solo tuyos.
Y si en lugar de empezar otra dieta…
…empezaras a hacer las paces con la comida y con tu cuerpo,
¿qué crees que cambiaría?
Spoiler: Mucho más de lo que imaginas.
Y no, no necesitas dejar el pan, el vino, ni la cena con tus amigas para conseguirlo.
¿Te suena esto? ¿Te has visto ahí alguna vez?